Antes, Octubre fue el mes ocho,
y cuando descansaba,
era la Eternidad...
Yo me tendía en el intermedio,
junto a un monte de canciones
y alabanzas, teñido en púrpura
y mi silencio provocando la brisa
hasta más allá del último punto
cardinal revelado:
Quizás nací cuando Octubre era
el mes octavo, junto a imprevisibles
florecimientos de la dulzura,
bautizada con el jugo exquisito
de pámpanos y doradas manzanas,
como si fuese un hecho proverbial
Héme aquí, desde entonces,
entrando y saliendo por
hermosas puertas de mi invención,
intentando retener las esparcidas
luces y el calor dramático
de los reverberos que alimenta el Universo,
en un intento casi fatal,
de escalar la Nada
y conducirme como si la verdad,
impertérrita ante su propia disolución,
me pisara los talones,
me recogiera la túnica,
y me aceptara desnuda, como Ella!...
y cuando descansaba,
era la Eternidad...
Yo me tendía en el intermedio,
junto a un monte de canciones
y alabanzas, teñido en púrpura
y mi silencio provocando la brisa
hasta más allá del último punto
cardinal revelado:
Quizás nací cuando Octubre era
el mes octavo, junto a imprevisibles
florecimientos de la dulzura,
bautizada con el jugo exquisito
de pámpanos y doradas manzanas,
como si fuese un hecho proverbial
Héme aquí, desde entonces,
entrando y saliendo por
hermosas puertas de mi invención,
intentando retener las esparcidas
luces y el calor dramático
de los reverberos que alimenta el Universo,
en un intento casi fatal,
de escalar la Nada
y conducirme como si la verdad,
impertérrita ante su propia disolución,
me pisara los talones,
me recogiera la túnica,
y me aceptara desnuda, como Ella!...
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