martes, 30 de noviembre de 2010






Espejo de La Musa





Cierto  día, temprano,
cundo el empeño se adornó con impaciencia,
la Musa siguió la corriente del río,
hasta un rincón apartado y tranquilo.
Rápida y sonora fluía
la cambiante superficie distorsionada,
hacia su figura encantadora que huía,
entonces la Diosa abandonó la ira.
Sin embargo, el arroyo la llamó burlándose: 
¿No verás entonces la  verdad en mi claro espejo?
Pero ella corría lejos, cerca del océano;
en su figura el regocijo alababa,
adornando debidamente su guirnalda.

Johan Wofgang von Goethe
(1749-1832) 





El Espejo de éste Jardín
nos invita, no a la fragmentación, sino a la unidad
a través de sus cristales internos y de ornato;
en éste caso, las piedras sí hablan,
con lenguaje de luz y refracción
dirigido por el Silencio...
Este espejo sigue las coordenadas de la Eternidad,
dentro del insólito circular cortejo del Tiempo que es Uno.


                        
ESPEJO
 Soy de plata y exacto. No tengo prejuicios.
Lo que veo lo trago de inmediato
tal y como es,  sin la turbiedad del amor o la antipatía. 
No soy cruel, sólo veraz
-el ojo de un diocesillo con cuatro esquinas-.
La mayor parte del tiempo medito  sobre la pared de enfrente. Es rosada, con manchas. 
La he visto tanto
que creo que forma parte de mi corazón. Pero se mueve.
Caras y oscuridad nos separan una y otra vez.


Ahora soy un lago. Una mujer se aparece sobre mí
buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas mentirosas, las velas o la luna.
Veo su espalda y la reflejo con fidelidad.
Me recompensa con lágrimas y gesticula con las manos.
Soy importante para ella. Viene y vá.
Cada mañana es su cara lo que sucede a la oscuridad.
En mí ha ahogado una muchacha
y desde mí, una mujer mayor.
Se eleva día tras día, como un pez terrible.


Silvia Plath
(1961)


                       
                     



                             Un Espejo                           

 Es la mágica devolución de nuestros intentos de conocimiento y re-conocimiento de nuestros cuerpos pero también de nuestra Alma siempre dentro del mismo, como un pájaro de cristal al fuego de plata, en su morada carnal de muchos soles: algunos muertos y no los sabemos; otros en plena
efervescencia de mares internos e hirvientes, y otros por nacer cualquier día de luz.

La  Musa te invita a que te recompongas en su Espejo, el cual, si lo encuentras, es el Tuyo por derecho Natural: en el Silencio de ésta página, cierra los ojos corporales, para poder verte en el
maravilloso Vacío que todo lo contiene y todo lo promete: puede ser que te veas sin mirarte, y aunque la visión puede ser brillante y poderosa, por eso mismo también puede lastimarte la vista...
Pero también, podría, lo sabrías, enceguecerte para  ver más lejos...

                                                                 
                          El Espejo sin Tiempo                         


 
                                                                                 
                                                                                









































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